Blog Alta Suciedad

Este Blog ha sido creado por Christopher Zahonero Ballesteros, estudiante de Ciencias Políticas y de Sociología, con la finalidad de publicar mis respectivas opiniones sobre temas políticos, por tanto el contenido de este Blog es íntegramente político. Con los comentarios u opiniones publicados en el blog no se pretende ofender a nadie, solo ejercer el derecho de libertad de expresión y opinión y compartir aprecicaciones con todas las personas que quieran leerlas. Por tanto también se repetan todos los comentarios y tienen cabida todas las críticas (siempre que sean respetuosas) hacia los comentarios publicados. Muchas gracias por vuestra visita y espero que os guste el Blog.

viernes, 23 de diciembre de 2011

ESTUDIO SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR


ESTUDIO SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR


Bloque I:

Orígenes y evolución del Estado del Bienestar

El Estado Social se pude definir como una transformación de las funciones del Estado Liberal-Capitalista introduciendo progresivamente el intervencionismo protector. Para llegar al Estado del Bienestar o Estado Social que entendemos hoy en día debemos fijarnos en la historia y en su evolución hasta el día de hoy.

Ya desde la Edad Media se buscaban soluciones contra los problemas que causaban las situaciones bélicas, las crisis agrarias, las epidemias y enfermedades, etc. que agravaban la situación de los grupos sociales más desfavorecidos de la época como son los huérfanos, enfermos, ancianos, campesinos, etc. También las Iglesias impulsaron las llamadas actividades caritativas para ayudar a los más desfavorecidos, al igual que lo harían más adelante algunas fundaciones y empresarios.

Pero para entender de verdad cómo surgió el Estado del Bienestar debemos conocer al Estado Liberal. El Estado Liberal se concibe como un estado con actuación mínima en una situación que se supone autorregulada por las leyes capitalistas. El valor fundamental es la libertad y ésta debe ser cuidada y garantizada por el Estado. Por tanto, los derechos individuales se entienden como autolimitación del Estado y toda relación social se basa en el libre contrato. El optimismo produce una idealización del crecimiento económico, del proceso imparable y de la felicidad como logro social. Sin embargo, el Estado Liberal también genera miseria y marginación de parte de la sociedad, a la vez que el capitalismo establece la ética de la obligación de trabajar, impidiendo las formas anteriores de beneficencia y asistencia social.

Las consecuencias de esta situación fueron las múltiples críticas que se hicieron frente al sistema capitalista. La más radical y conocida de estas críticas fue el Marxismo, uya finalidad de alcanzar la sociedad de clases pasaba por el proceso revolucionario y de abolición del Estado. Surgieron también otras críticas más moderadas com la del socialista Louis Blanc, que consideraba que el Estado debía intervenir para lograr la justicia social en beneficio de todos. Para ello habría de tener lugar, según Blanc, una revolución pacífica que se basara en la democracia a partir del sufragio universal. Gran parte de las propuestas de Louis Blanc fueron reivindicadas en Francia en 1848.

Lorenz Von Stein (mediados del siglo XIX) manifestó desde un lado más conservador la necesidad de que el Estado Liberal adoptara un contenido social con el fin de enterrar las revoluciones que podrían ser provocadas por las masas de la sociedad frente a las situaciones de miseria del capitalismo. La situación favorable a los intereses de los propietarios aumentaba las situaciones de dependencia y de miseria de la mayoría, por ello desde el punto de vista del pragmatismo social-conservador era necesario evitar la toma de conciencia de esa mayoría y la consiguiente revolución. Para ello se necesitaba de un Estado fuerte y de reformas sociales. Estas reformas, por tanto, no era una cuestión de ética sino de necesidad histórica para que el sistema capitalista continuase funcionando. Se trataba de establecer un sistema de intereses recíprocos entre las clases sociales, para lo cual Von Stein consideraba que la monarquía social era la mejor forma de gobierno.

Otras propuestas de reforma influenciadas o derivadas del marxismo surgieron en Europa a finales del siglo XIX. Así, en la socialdemocracia europea puede citarse a Lassalle, Berstein y otros. Fue de especial repercusión la creación del Partido Socialdemócrata Alemán y su programa de Gotha de 1875. Frente al marxismo, no defendían la revolución, sino la reforma. Defendían una concepción de estado al servicio de las clases trabajadoras para su emancipación. Para ello era necesario el acceso al poder de los partidos y organizaciones obreras a través del sufragio universal masculino. Lassalle consideraba que las clases trabajadoras necesitaban un estado fuerte y con eficacia para introducir mejoras en el camino al socialismo. Bernstein observa que a partir de 1870 se frenan las predicciones de Marx sobre pobreza y opta por luchar por los objetivos particulares del socialismo en lugar de esperar a alcanzarlo por la revolución. En definitiva la socialdemocracia no proponía una lucha contra el estado liberal sino contra contenidos y modalidades del mismo, lo que exigía reformas y reorganización de la industria con el control político de los trabajadores. También puede citarse también otras propuestas favorables a las reformas como la de la Iglesia Católica con su Rerum Novarum de 1891, al igual que muchos movimientos sociales , en su mayoría organizaciones femeninas, que no pretendían abolir el sistema pero que exigían la introducción de reformas en los aspectos sociales.

Así podemos encontrar que no existía una única teoría sobre el Estado Social, sino una pluralidad de propuestas y opiniones reivindicando la intervención del Estado en materia social. Entre todas estas propuestas cabe destacar que el marxismo fue la única que pretendía erradicar el Estado Liberal. Las demás eran simples reformas de carácter social sin que eso supusiera la abolición del sistema.

En Inglaterra existía la experiencia de las leyes de pobres desde el siglo XVII, la introducción de las primeras medidas legislativas sobre el trabajo a mediados del siglo XIX y el reconocimiento de las organizaciones obreras antes que otros países. Sin embargo, es considerado el inicio del Estado Social en la Alemania de Bismarck. En el proceso introductor de las medidas bismarckianas existía una gran necesidad de legimitimación del nuevo estado Alemán unificado, por lo que se dio una combinación de elementos liberales y autoritarios; represión obrero de un lado y protección social del otro. En Alemania, por tanto no se puede establecer una vinculación entre democracia y política social. La Ley antisocialista, prohibiendo el PSD, se hacía a la vez que el gobierno adoptaba medidas del movimiento obrero. Se produjo una situación en la que resultaba inevitable adoptar medidas sociales si se quería evitar la expansión de los movimientos revolucionarios. En el proceso de construcción del Estado Social alemán es de gran importancia el papel jugado por las élites políticas, cuyos objetivos eran la integración y la estabilidad del sistema político establecido en la Constitución de 1871. A partir de entonces se sucedieron una serie de Leyes de carácter social como la Ley de 1883 que establecía el seguro por enfermedad, la Ley de 1884 sobre accidentes de trabajo, la regulación laboral de 1891 (estableció jornadas de 10 y 11 horas, descanso dominical y prohibición del trabajo nocturno para mujeres y hombres). Por otra parte entre 1891 y 1895 se estableció el primer impuesto sobre la renta con carácter progresivo. Este conjunto de leyes fue la base del sistema de seguros, el cual se generalizó en toda Europa en los 30 años siguientes. Los primeros seguros establecidos en todos los países fueron los de enfermedad y accidentes. Las pensiones de invalidez y vejez comenzaron a funcionar a partir de 1910. En España, a finales del siglo XIX se extendió la influencia reformista del krausismo, el catolicismo social y el socialismo, dando lugar a la creación de la Comisión de Reformas Sociales en 1883. En 1903 se creó el Instituto de Reformas Sociales. Más tarde llegó el seguro de paro forzoso y el retiro obrero. Los sistemas se seguros existían ya en toda Europa hacia 1914. Herman Heller perfeccionó la idea del Estado social desde posiciones socialdemócra-tas, mostrando las insuficiencias del estado de derecho. La continuidad de la democracia requería el reconocimiento de las masas populares en la actividad política. Así por primera vez se constitucionalizan los derechos individuales en la Constitución alemana de 1919.
Así pues podemos afirmar que la seguridad social fue el núcleo histórico del Estado Social.


En el año 1929 se originó una grave crisis económica que afectó al sistema de seguros y a la intervención estatal. Afecto de manera que en Alemania se estancó por el aumento de población necesitada de pensiones y subsidios, a causa en gran parte de los efectos de la primera guerra mundial y por problemas financieros. En otros países, en cambio, se produjo una gran extensión del sistema de seguros, sobre todo por la influencia socialdemócrata en países como Dinamarca (1929), Suecia (1932) y Noruega (1935), dando lugar al modelo escandinavo de estado social, con los principios de solidaridad y cooperación social como principal característica. Fue a partir de los años 30  cuando el estado comenzó a adquirir un papel económico radicalmente distinto. La crisis del 29 generó situaciones insostenibles con tasas de paro altísimas que crecían año a año. Se empezó a plantear la idea de un capitalismo nuevo o controlado con la introducción al sistema de nuevos elementos económicos y científicos como la competencia perfecta, la teoría matemática, etc. Así los gobiernos de los países afectados por la crisis buscaron medios por los que actuar mediante la intervención estatal para apaliar la situación. En EEUU Roosevelt puso en marcha el New Deal , en Suecia se produjeron pactos entre el gobierno socialdemócrata y los sindicatos y empresarios y en Alemania e Italia se impuso el fascismo. Son modelos muy diferentes pero con una característica  común: intervención del Estado donde nunca antes había intervenido.

En 1936 Keynes genera la teoría keynesiana como respuesta al crack de 1929 en su  Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero en la que muestra que el capitalismo es esencialmente inestable. Su teoría se basa en el intervencionismo estatal como medida para salir de la crisis. La teoría planteaba inyectar dinero estatal al sistema en periodos de recesión y retirarlo en épocas de bonanza, así Keynes afirmó que en momentos de recesión es necesario que el Estado entre en déficit presupuestario para devolver la confianza con el fin de evitar que la economía se hunda. Para esto Keynes señaló 3 herramientas fundamentales:
1.       Intervención Estatal en la economía: se planteó subir los impuestos y así tener a la disposición del estado más capital para inyectarlo al sistema. Otro punto fundamental de inversión son las inversiones ya sea en subsidios, subvenciones, etc. para reactivar el consumo y las rentas familiares y empresariales o en infraestructuras y obras públicas para generar empleo.
Así, al invertir en subvenciones y ayudas y en infraestructuras se genera una riqueza en las familias que hace que se reactive el consumo y se puedan recaudar impuestos de estas con el fin de reducir el déficit.
2.       Planificación: supone anticiparse a los ciclos económicos y sus respectivas crisis o recesiones con la finalidad de poder solucionarlos a tiempo y adoptar las medidas correctas.
3.       Coordinación: se pretende establecer unas sinergias entre los distintos actores económicos.



Keynes sostenía que el capitalismo no contiene mecanismos automáticos y equilibradores para restaurar la producción y el pleno empleo en épocas de recesión. Por lo tanto es legítima la intervención del Estado en los diversos ámbitos. Se debe tener en cuenta que en los primeros años después del crack del 29 la penuria era intolerable y ponía en peligro no solo el sistema social al que se había llegado, sino también el estado democrático, como ocurrió en Europa con los fascismos. Keynes y otros economistas pedían al estado su intervención vía fiscal mediante tributos y gastas en distribución de la renta e incrementar las prestaciones de servicios sociales. Cabe recordar que los socialistas llevaban aproximadamente un siglo reivindicando esta actuación que permitiera un nivel de vida digno para los más pobres. La diferencia es que los socialistas lo proponían por razones morales y Keynes los propuso como razón más bien económica. Keynes demuestra que la redistribución de rentas por parte del estado supondría asegurar un nivel más alto para el consumo, que favorecería el nivel de demanda necesario.
Por otro lado, en Inglaterra el Informe Beveridge de 1942 (el cual ejerció gran influencia en otros países) proponía para el país un amplio programa que vinculara la política social con la política económica estatal orientada al pleno empleo. A diferencia del keynesianismo  el informe proponía una política de redistribución de la mano de obra y la implantación de un sistema completo de seguridad social. El objetivo era garantizar a todos un mínimo de renta, la redistribución mendiante impuestos progresivos y servicios sociales.
En EEUU, la Ley de Empleo de 1946 y el Plan Marshall pretendieron mantener el pleno empleo y la maquinaria económica en rendimiento.

Teniendo en cuenta las experiencias fascistas en Europa y el Stalinismo en la URSS, era necesario adherir el sistema democrático como valor irrenunciable. El keynesianismo aportó una línea de actuación media entre el marxismo y el liberalismo al fusionarlos manteniendo el sistema liberal-capitalista con la implantación de políticas sociales para alcanzar los objetivos de la política económica. Durante las décadas de los 50 y los 60 la teoría keynesiana resultó eficaz, logrando el objetivo principal del crecimiento, con tasas de inversión alta y poco desempleo. El optimismo y la bonanza económica sirvieron de fondo a la innovación tecnológica.

Los cambios de planteamientos efectuados tras la Segunda Guerra Mundial mostraron que se podían alcanzar tasas de crecimiento desconocidas hasta entonces. Y se demostró también una relación directa entre crecimiento económico y crecimiento de la protección social. El clima de progreso generó también cambios de valores y actitudes en las prácticas sociales, en la familia, en el estilo de vida, en el medioambiente, etc. A partir de este momento fue cuando florece la clase media y se “acaba” la lucha de clases ya que con la implantación del Estado Social todo el mundo disponía de lo básico con opción de ascender.

Así podemos decir que el Estado del Bienestar es fruto del pacto entre socialdemócratas y liberales al finalizar la Segunda Guerra Mundial en el que se adoptaron las doctrinas keynesianas con el fin de salvaguardar y proteger el sistema democrático de los fascismos y comunismos y de las crisis del capitalismo, acallando así cualquier revolución contra el sistema. Además se dieron los requisitos básicos para el funcionamiento del modelo, que son una base constitucional adecuada, un pacto político básico sobre el que sustentar el modelo de bienestar y un Estado capaz de regular e intervenir con fines de crecimiento y redistribución de la renta.

Con todo esto podemos afirmar que el Estado del Bienestar o Estado Social y su consolidación en la postguerra fue un hecho eminentemente político. En el pacto entre las dos fuerzas políticas que consolidó el Estado Social salieron beneficiadas ambas partes. Para los liberales los beneficios del estado del bienestar son dobles: por un lado, la generación de consenso social de forma que el sistema funcione de forma armónica y eficiente y, por el otro, siguiendo de lo anterior, una función de creación y reforzamiento de valores éticos fundamentales a la existencia y estabilidad de relación sociales, llevando así a una creciente integración social. Para los socialdemócratas las ventajas son el avance reformista -paulatino pero seguro- hacia al socialismo, asegurando al mismo tiempo la protección y profundización de la democracia a través del reconocimiento del derecho legítimo de los sindicatos y representantes de comunidades y minorías sociales marginadas en la toma de decisiones gubernamentales, así como la creciente integración a esas decisiones de los principios de la justicia social; dignidad humana y participación ciudadana.

Bloque II:

Las crisis del Estado del Bienestar

Al coincidir la teoría keynesiana con una etapa de prosperidad de capitalismo (desarrollo y crecimiento económico, aumento del excedente social, políticas redistributivas, aumento del gasto público, etc.), la teoría fue tan aceptada y valorizada que incluso los críticos más acerbos del capitalismo creyeron que era capaz de enmendar sus propios errores. A estas coincidencias se le añadieron otros factores como el proceso de unificación europea, el clima de distensión internacional, etc. que hicieron que la expansión durara desde 1945 a 1973. Los partidos socialistas se vieron beneficiados y creyeron innecesarias las acciones revolucionarias, pero sin embargo, las posiciones más críticas descubrieron que, en lugar de encontrarse con un Estado socialista en transición, se encuentran con un Estado “neocapitalista”.

A partir de 1973 se produjo una gran crisis económica que hizo que el pacto que dio origen  al Estado del Bienestar tras la Segunda Guerra Mundial se rompiera. Con la grave crisis económica ser creó una crisis de legitimidad de un Estado que ya no garantiza el pleno empleo, y lo que es más grave todavía, tampoco garantiza que sea capaz de mantener el nivel de prestaciones que llegó a dar en su época de auge. Pero, en todo caso, nadie espera razonablemente ver hundirse los sistemas jurídico-políticos democráticos como sucedió en los años de entreguerras con el auge de los regímenes dictatoriales. Y eso que algunos países llegaron a alcanzar tasas de paro igual o más graves que en el período de 1920 a 1940. Lo que sí que se sabe hoy en día que los resultados posteriores a la segunda Guerra Mundial son irrepetibles e incluso se pone en duda que tal éxito se debiera al keynesianismo. Algunos autores afirman que la causa de esta crisis es culpa del keynesianismo, que pretendía llegar al crecimiento y al pleno empleo a la vez que adoptaba medidas de protección social con el propósito de conseguir, hasta un cierto grado, la igualdad social. Esta situación era, según ellos, la causa de la Stanflation, o lo que es lo mismo, las altas cuotas de paro junto con la inflación.

Esta crisis afectó al Estado del Bienestar en diversos aspectos. En el aspecto sociológico hay una grave crisis de valores que instaura el propio capitalismo que es contradictoria con la ética del Estado del Bienestar. La sociedad capitalista tiene interiorizados los valores de la competitividad, del trabajo y del prestigio social. Además esta sociedad es jerárquica, aunque presenta en algunos casos movilidad social vertical. En consecuencia de todo esto, la sociedad es insolidaria porque no se basa en vínculos tradicionales de fe, afectivos, sino en cálculos irracionales de beneficio e interés. Esto supone que el Estado del Bienestar se encuentra con la paradoja de tener que formular un discurso absolutamente contrario al sí mismo. Por otra parte, se suma una nueva clase social llamada “nueva clase” o clase burócrata o tecnócrata, que ha supuesto un cambio radical en la mentalidad occidental. Esta “nueva clase” consta de jerarquía propia, se rige por otro sistema de valores y obtiene contraprestaciones de diverso tipo.

En el enfoque politológico cabe destacar el papel fundamental de los partidos políticos. Si se quiere combatir la crisis del Estado del Bienestar lo tienen que hacer los partidos, ya que son el único espacio político no formalizado del sistema y los únicos que pueden cambiar aspectos fundamentales del sistema e incluso destruirlo. Ahora bien para mantenerse, los partidos deben abrirse a los nuevos movimientos sociales articulados en torno a ciertas reivindicaciones como las ecológicas, las feministas o las pacifistas. El problema viene cuando los partidos no están dispuestos a suscribir contextos conceptuales en los que sólo son comprensibles las reivindicaciones de estos movimientos. Hay otro principal problema que se da por que los partidos rechazan las formas asamblearias y autogestionarias de los movimientos sociales y prefieren formas de organización institucionales y jerárquicas. Definitivamente resulta casi imposible que los partidos consigan mantener la vinculación entre la sociedad y el Estado sin recoger las nuevas reivindicaciones.

En el campo económico se da una de las peores crisis del capitalismo. Se produjo un crecimiento progresivo del desempleo, inflación, etc. en un contexto en el que ya existían altas tasas fiscales como consecuencia de un desequilibrio entre ingresos y gastos. Estos problemas han de relacionarse con los nuevos procesos de globalización del capital financiero, de deslocalización industrial, de reestructuración de las regiones económicas del mundo, con las diferencias de crecimiento y protección social entre unas y otras. El crecimiento del gasto público total y del gasto social no hay que desligarlo del crecimiento de las demandas sociales: altas tasas de desempleo, necesidades de orden, aumento de la población envejecida, aumento de los costes sanitarios, aumento de la pobreza, etc. Todo ello crea dificultades en la disminución drástica del gasto y del déficit.

Fue entonces cuando se comenzó a debatir sobre las funciones que había llevado a cabo hasta entonces el Estado como garante del funcionamiento del mismo sistema.  Así surgió el pensamiento neoliberal, que criticaba que, justamente el Estado, denominado en el periodo 1930 – 1970 como Estado de Bienestar, basado en las teorías económicas de Keynes, era el culpable de la crisis del momento y por lo tanto debía ser reformulado. Es decir, según los postulados neoliberales el Estado debía dejar de intervenir en la economía, no solo como controlador sino también como generador y distribuidor de riquezas, ya que estas últimas funciones hacían que el Estado elevara considerablemente su presupuesto dejando sin ganancias a las grandes empresas. De esta forma se ponía en lugar central, para la salida de la crisis, a la reducción de los gastos del Estado.

Como vemos, los neoliberales defendían el liberalismo auténtico del siglo XIX pero remodelado y adaptado a los tiempos. Esta nueva doctrina defendía Políticas monetarias restrictivas (aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero. Con ello disminuye la inflación y se reduce el riesgo de una devaluación. No obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que se disminuye el flujo de exportaciones y se perpetúa el nivel de deuda interna y externa denominada en monedas extranjeras. Así mismo, se evitan los llamados ciclos del mercado), políticas fiscales restrictivas (aumentar los impuestos sobre el consumo y reducir los impuestos sobre la producción y la renta; eliminar regímenes especiales; disminuir el gasto público. Con ello se supone que se incentiva la inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece la efectividad del Estado), liberalización (tanto la liberalización para el comercio como para las inversiones se supone que incentivan tanto el crecimiento como la distribución de la riqueza), privatización (se considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y eficientes que los públicos y que el Estado debe adelgazarse para ser más eficiente y permitir que el sector privado sea el encargado de la generación de riqueza), desregulación (se considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la actividad económica y que su reducción a un mínimo necesario propician un mayor dinamismo de los agentes económicos).

A partir de los años 80, con el triunfo de las posturas neoliberales en lo económico  y de la llegada al gobierno de representantes de éstos en los principales países del mundo (Margaret Tatcher en UK, Ronald Reagan en EEUU) se puso en marcha, en la mayoría de los Estados capitalistas, una serie de planes de ajuste y recortes presupuestarios en áreas como salud y seguridad social. El Fondo Monetario Internacional se convirtió en el verdugo de cualquier política social, el monetarismo asume el papel del manejo de la economía, los gastos sociales fueron repudiados por no generar riqueza, aparece la idea de privatización y el rígido control de los salarios, con un dramático ascenso de la economía sumergida y economía informal. Las consecuencias no se hicieron esperar demasiado: aumento de la desocupación, despidos producidos por el propio Estado y por las empresas privadas, brusca disminución de las ventas debido a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, privatizaciones en todas las áreas, suspensión o cierre definitivo de servicios que cumplían funciones sociales (transportes, educación, salud, etc.).

Otra de las consecuencias que trajo aparejada el desmantelamiento del “Estado de Bienestar” y su papel regulador de la relaciones entre los empresarios privados y los trabajadores, fue la pérdida, por parte de los sindicatos, de su poder de negociación ante las medidas neoliberales y de la homogeneidad en sus reclamos.

El fuerte aumento del desempleo, el cierre de empresas y el deterioro de las condiciones de trabajo, presionaron a los que todavía conservaban su puesto, a aceptar nuevas condiciones de “flexibilidad” laboral. Estas “facilidades” brindadas a los particulares fueron aprovechadas para bajar costos laborales directamente con la disminución de salarios y de esta manera recuperar o mantener los niveles de ganancia. La excusa era que el Estado era ineficiente, y que sus gastos generaban inflación. Para “corregir” estas deficiencias, se aplicaron ajustes de todo tipo, que los trabajadores, desmovilizados por el miedo a más pérdidas de empleos, no tuvieron más remedio que aceptar. Al mismo tiempo, la “revolución tecnológica” de los ´70, había provocado una alta tecnificación de la industria, con la consecuente disminución de la mano de obra y la especialización de la misma. El desempleo aumentó el número de trabajadores marginales o informales, con trabajos temporales, artesanales o de servicios alternativos.

Con el triunfo del neoliberalismo el Estado del Bienestar carece de sentido dentro del sistema, ya que el neoliberalismo trae consigo una grave crisis de valores con la defensa de lo económico por encima de cualquier otra dimensión. Esto se lleva por delante lo político, porque las empresas  transnacionales tiene tanto poder de influencia que pueden presionar para alcanzar sus fines por encima del beneficio colectivo, o sea de la política. Los ciudadanos pierden sentido en el sistema y pasan a ser solamente objetos, o sea, mano de obra. La democracia carece de sentido, ya que no se elige el rumbo del país en las elecciones, sino que se elige a unos representantes que en verdad no tienen capacidad de decisión ya que quienes deciden ahora son los llamados mercados. Poco a poco se va deteriorando la democracia hasta conseguir mediante la manipulación neoliberal llegar a la mercadocracia.

En el terreno económico se consigue salir del paso (aunque no completamente y con algunas recesiones ocasionales) y vuelve el mito del progreso. En el siglo XXI se consigue alcanzar un crecimiento económico brutal que hace que se vuelva a confiar en el sistema, y concretamente en las posturas neoliberales. Sin embargo, el neoliberalismo no solo no no ha conseguido hoy en día solucionar el problema sino que además ha agravado la crisis moral, o la crisis de valores del capitalismo. No tienen cabida los valores de la solidaridad, equidad, etc. En definitiva no tiene cabida la ética social, y por lo tanto tampoco lo tiene el Estado del Bienestar.

La crisis pasa desapercibida en los años 00’ gracias al espectacular progreso económico (que no social), que hace que todas las familias dispongan de un trabajo y créditos por parte de los bancos para conseguir todo lo que quisieran (pisos, coches, etc.). Los gobiernos invirtieron en los instrumentos financieros, lo que derivó en una orgía especulativa. El continuado desarrollo de esas tendencias llevó eventualmente a la crisis de las hipotecas basura, que obligó a los gobiernos a inyectar dinero público a los bancos para evitar su quiebra. La situación se hizo insostenible y en 2007-2008 estalló una crisis financiera mundial con origen en EEUU que aún sigue sin resolverse a día de hoy.

A pesar de lo anterior, los mecanismos, logros y objetivos del estado del bienestar aún se mantienen, en Europa, no solo como fundamento moral de cohesión social sino también como base realista y necesaria del bienestar socio económico común, pero están siendo muy cuestionados ya que la crisis hoy en día sigue sin solucionarse y se necesita capital para reducir el déficit presupuestario del Estado.

Como consecuencia de la crisis mundial actual, el neoliberalismo ha quedado tachado de fracasado y los gobiernos se han dado cuenta que el Estado debe intervenir en los procesos económicos para evitar situaciones como la que estamos viviendo en la actualidad. Con las propuestas keynesianas fallidas y las neoliberales quebradas, el futuro del modelo de Estado es una incógnita y aún lo es más el del Estado del Bienestar.

Bloque III:

Perspectivas y propuestas de futuro

El Estado del Bienestar está determinado por la problemática coyuntural que está afectando a los países desarrollados y al contexto mundial, y en particular por la globalización como condicionante estructural. La globalización de la economía, ha supuesto el agotamiento del modelo keynesiano ante los profundos cambios producidos en el mercado mundial, y la aparición de movimientos especulativos y políticas competitivas a gran escala, que impiden el desarrollo y funcionamiento del estado de bienestar. El estado de bienestar futuro tendrá que dirigir su intervención hacia los riesgos fabricados, derivados de las situaciones de dominación que se mantienen sobre el Tercer Mundo, y cuyas repercusiones a largo plazo se desconocen y no pueden evaluarse adecuadamente. La explotación económica del Tercer Mundo ha beneficiado y ayudado, durante siglos, a la expansión económica de los países desarrollados, a través del mantenimiento de unos precios baratos de las materias primas y de la mano de obra, lo que ha producido una situación de dominación y dependencia económica y tecnológica. Es urgente, por tanto, un replanteamiento de las actuaciones de los países industrializados respecto a los subdesarrollados, mediante un cambio radical de valores morales.

También deberán tenerse en cuenta los nuevos riesgos sociales y económicos que aparecen en cada país, como consecuencia del envejecimiento de la población, y el consiguiente incremento de los gastos de protección social: pensiones, asistencia sanitaria, ayuda personalizada... y de los cambios producidos en el ciclo formativo y laboral de la población, y que afectan a los procesos educativos, que cada vez son más largos, a la incorporación a la actividad laboral, que se produce a una edad más tardía, y al adelantamiento de la edad de jubilación. Esto supone la disminución del período medio de actividad por persona, lo que en conjunto significa mayores gastos sociales y menos recursos fiscales para el estado. A ello, habría que añadir los nuevos riesgos que se están produciendo por el impacto de la mundialización en la economía nacional, es decir,  la repercusión que los procesos de globalización están teniendo en las economías de los países desarrollados, como consecuencia de la competitividad mundial, de los movimientos especulativos, etc.(principales razones de la crisis capitalista actual).

Las propuestas actuales para salir de la crisis y sobre el Estado del Bienestar son muy plurales. Hay propuestas que abogan por reformar el sistema, otras que apuestan por mantenerlo, otras que prefieren arrancarlo de raíz… Actualmente en España y en la mayor parte de países de Europa ha ganado la derecha conservadora que apuesta por los recortes en el Estado del Bienestar, manteniendo las prioridades económicas antes que las sociales.

En mi opinión, lo que verdaderamente está en crisis es el modelo económico y la idea de crecimiento ilimitado como generador de bienestar y calidad de vida, no el Estado del Bienestar. El crecimiento resulta indispensable para hacer frente a las necesidades cambiantes y siempre crecientes, prototipo de la cultura del bienestar, pero los niveles de consumo alcanzados en los países desarrollados, no han logrado la realización de muchas de las necesidades humanas: autorrealización, seguridad, estabilidad personal y laboral... Es necesario pensar, por tanto, en un modelo de sociedad en el que el crecimiento económico no sea un fin en sí mismo sino un medio para dar respuesta a las necesidades humanas y, por tanto, esté condicionado a su satisfacción.
Las crisis cíclicas que están experimentando las sociedades avanzadas están cuestionando la racionalidad del crecimiento indiferenciado del sistema capitalista. La experiencia, en esta última fase de desarrollo del capitalismo, está demostrando que la abundancia no conduce necesariamente al bienestar  y a la calidad de vida, que la economía no puede crecer de forma indefinida  a causa de los límites físicos de la propia naturaleza, y que el problema económico fundamental no es el crecimiento sino la distribución de bienes y recursos.

Por lo tanto, con todo lo anteriormente expuesto propongo un modelo de desarrollo sostenible. El planeta no puede aguantar el ritmo del crecimiento humano y por tanto, para salvaguardar el planeta y todo lo que ello conlleva, la ciudadanía y los políticos deben concienciarse del problema y adoptar el modelo sostenible de inmediato, antes de que los efectos de la acción humana se vean más presentes. Dentro de este desarrollo sostenible se divide en tres ámbitos: ecológico, económico y social. El objetivo del desarrollo sostenible es definir proyectos viables y reconciliar los aspectos económico, social, y ambiental de las actividades humanas; "tres pilares" que deben tenerse en cuenta por parte de las comunidades, tanto empresas como personas. La economía sostenible haría que la actividad que se mueve hacia la sostenibilidad ambiental y social fuera financieramente posible y rentable. Se basaría en una economía que no crece ni decrece, sin crisis cíclicas. La sostenibilidad social se basa en el mantenimiento de la cohesión social y de su habilidad para trabajar en la persecución de objetivos comunes. Supondría, tomando el ejemplo de una empresa, tener en cuenta las consecuencias sociales de la actividad de la misma en todos los niveles: los trabajadores (condiciones de trabajo, nivel salarial, etc.), los proveedores, los clientes, las comunidades locales y la sociedad en general. La sostenibilidad ambiental compatibilizaría la actividad considerada y la preservación de la biodiversidad y de los ecosistemas, evitando la degradación de las funciones fuente y sumidero. Incluye un análisis de los impactos derivados de la actividad considerada en términos de flujos, consumo de recursos difícil o lentamente renovables, así como en términos de generación de residuos y emisiones.
La legitimización del desarrollo sostenible se encuentra en que tenemos unos recursos naturales limitados, susceptibles a agotarse, una creciente actividad económica sin criterio que ha hecho que el Estado del Bienestar quiebre, y unos problemas medioambientales que pueden llegar a ser irreversibles.

Para conseguir salir de la crisis actual, a mi parecer, se debería llegar a un consenso mundial a través de un organismo internacional que se encargue de coordinar las acciones comunes y de hacerlas cumplir a cada país. En este consenso se deberían establecer unos puntos básicos para conseguir salir de la crisis conjuntamente a modo global, aplicando por ley el desarrollo sostenible obligado en todos los países del mundo, con sanciones máximas para el que no lo cumpla. En definitiva un planeta basado en la armonía y no en la dominación.

Además, se realizaría una reforma fiscal justa en la quese adoptarían medidas de control fiscal a nivel mundial, sanciones a las especulaciones y a los bancos, sustituyendo estos últimos por bancos éticos y públicos. Para fomentar el empleo y reducir el paro se invertiría gasto público para crear empleos, se formaría un acuerdo con todas las partes (patronal, trabajadores, sindicatos y partidos políticos) para conseguir dar trabajo a un mayor número de personas, con apoyo a las pymes y autónomas y racionalizando y redistribuyendo el empleo existente. Este déficit es necesario, ya que dar trabajo no es un gasto, sino una inversión, y una vez producido empleo el Estado recibirá cotizaciones que le servirán de financiación al déficit.

Una vez establecido el modelo de desarrollo sostenible, la primera reforma sería la reforma educativa. Con esta reforma se pretende cambiar los valores de la ciudadanía para que se vea legitimado totalmente el desarrollo sostenible y el Estado del Bienestar. Se trata de inculcar desde bien pequeños valores como los de la solidaridad, cooperación, respeto, respeto al medio ambiente, etc. Que consigan que el Estado del Bienestar tenga cabida en el sistema y no se vea cuestionado. Una vez conseguido todo lo anterior, el Estado del Bienestar se articularía mediante una red de guarderías, escuelas, institutos, universidades, hospitales, centros de salud públicos, etc. con una clara mayor presencia que los privados (los privados carecerán de subvención alguna). El acceso a la protección social se daría a toda la ciudadanía sin exclusión ni impedimento alguno, con el fin de que cualquier ciudadano tenga a acceso a las prestaciones básicas aunque no tenga nada. Se potenciaría la natalidad para así evitar el envejecimiento de la población y poder solucionar el problema financiero de las pensiones de jubilación, que serían un derecho para toda la ciudadanía. El acceso a la vivienda se promocionaría y se haría más accesible a los más desfavorecidos. Los edificios abandonados serían adquiridos por el ayuntamiento y serían destinados a obras sociales. Los gastos del Estado del Bienestar serían financiados mediante impuestos sobre la renta y el patrimonio con carácter redistributivo. Además, para asegurar esa financiación las tasas impositivas deberían ser más o menos altas.

El Estado intervendría totalmente en materia económica con el objetivo de salvaguardar el modelo de desarrollo sostenible y el Estado del Bienestar.





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